El sentirse enamorado confunde, y en otras ocasiones, el sentirse confundido enamora... o facilita la proliferación de un sentimiento similar, provoca vacío en el vientre, presión en el pecho, sentido de urgencia, ganas de llorar e inmediatamente de reir.
Todos tenemos una sonrisa secreta, una manera de mirar, de sentir y hasta de correr, que nadie conoce, es como un secreto que queremos gritar al mundo pero una versión del pudor, un miedo privado nos lo impide, y sólo una vez a la vez, sale esa sonrisa desde el mismísimo centro de nuestra existencia, yo que sé de dónde, si del corazón o de los dedos, el punto es que es eléctrico, y entonces sonreímos así, de una manera privada, regalada, involuntaria.
De la misma manera, todos tenemos una princesa Anya, una auténtica musa que, sin saberlo y ni siquiera sospecharlo, es dueña de nuestra sonrisa secreta... es un sueño con rostro acariciable.
martes, 26 de enero de 2010
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